Ya el agua de mi arroyo
no se rompe en cascadas.
Es remanso tranquilo
de aguas serenas, claras.
En la oración mi vida
no cavila, no habla;
sólo sabe decirte muy despacio:
gracias, Dios mío, gracias.
Consuelo Ojeda
Ya el agua de mi arroyo
no se rompe en cascadas.
Es remanso tranquilo
de aguas serenas, claras.
En la oración mi vida
no cavila, no habla;
sólo sabe decirte muy despacio:
gracias, Dios mío, gracias.
Consuelo Ojeda